Hace dos días me encontraba leyendo en la sala de estar mientras sonaba de fondo el televisor. En las noticias se estaba informando sobre los posibles resultados de las elecciones italianas. Marqué la página, cerré el libro y presté atención pensando que no podía ser casualidad que esas noticias me cogiera leyendo lo que estaba leyendo.
Al acabar los telediarios, decidí informarme un poco más por mi cuenta. Exploré algunas noticias durante la campaña y leí a usando otras fuentes en principio contrastadas las opiniones de algunos analistas. La situación era posible, una defensora de la extrema derecha y con un pasado cercano a las ideas de Mussolini representaba una organización que tenía sus orígenes en grupos neonazis y a lo que los medios se referían como un partido político de centro derecha. Esa persona, en el siglo XXI y teniendo aún recientes los acontecimientos del siglo XX, podía acceder al poder de un país como Italia y eso me congelaba la sangre.
Mientras escribo estas línea, llega al final la jornada electoral (23:00 horas). La mayoría de medios confirman lo que ya se sabía. Meloni seguramente ganaría las elecciones por mayoría absoluta. Lo único alarmante no es el auge de la extrema derecha, que ya es suficientemente grave de por si, sino la triste participación que se está registrando.
La juventud y la alternativa a la derecha parece desencantada con el sistema y al mismo tiempo desinformada de las posibles consecuencias. Sin las fuerzas o el conocimiento para hacer oír su voz y sus pensamientos y sin la fe hacia un sistema que poco a poco, arrodillado ante el capitalismo, los deja a su surte.
En los tiempos de crisis que estamos viviendo: climática, energética, recursos, conflictos bélicos, moral, etc. La inestabilidad es una situación constante. Los cambios políticos y sociales a nivel mundial también, generando una situación de incertidumbre que castiga a la población y que afecta a niveles muy profundos.
Si no nos andamos con cuidado, todos estos cambios pueden acabar yendo en la misma dirección: al miedo, al extremismo y a la radicalización de la gente, situación que llevaría inexorablemente a un incremento del nacionalismo, el fascismo y la violencia contra las minorías y los grupos más indefensos.
A continuación expongo algunos fragmentos del libro «El miedo a la Libertad» de Erich Fromm sobre los que creo que es interesante reflexionar. Pensamientos que están relacionados con lo que ocurre en Itali y lo que ya lleva ocurriendo un tiempo en varios países y poblaciones mundiales.
Sin duda, considero que este es un hecho que debe preocuparnos a todos y a todas. Un movimiento de extrema derecha y fascista contra las que debemos unir esfuerzos y combatir: No hacerlo solamente cuando ya está gestado, con movimiento propio y en pleno crecimiento, sino en sus más tiernos brotes. La lucha debe tener en cuneta múltiples frentes: las urnas, los parlamentos, las calles, las instituciones educativas, etc.
Fromm lo exponen de la siguiente manera.
El sistema capitalista; individualista por naturaleza, ha ofrecido la plataforma de despegue para la exaltación de muchos de los males de la naturaleza humana en los tiempos presentes. Aún ser un mecanismo que potenció el crecimiento del individuo en la época del renacimiento y la reforma, el sistema se ha vuelto un monstruo ingobernable que juega en contra de la mayoría de la sociedad (sobretodo la más vulnerable).
Después de destruir el valor intrínseco del ser humano y rebajar su personalidad a un mero engranaje más en el sistema de producción. También ha hecho que la confianza del hombre y la mujer en su yo se fomente en lo que los otros piensan en el contexto creado por los ideales del statu quo. Cuanto menos se siente alguien, cuanto más insignificante es su persona, más necesita tener posesiones para sentirse un individuo completo.
Cuando esta «falsa» seguridad desparece. El trabajo escasea o las oportunidades de adquirir aquellas cosas que nos dan valor en el sistema capitalista se reducen tal y como ocurrió en la inflación alemana en 1923 o el «crack» norteamericano de 1929, se destroza la esperanza de abrirse camino con el esfuerzo personal que tanto ha reforzado el sistema y el ser humano tiende a recogerse en sus necesidades primarias, buscando un grupo social en el que sentirse protegido.
«El sentimiento de aislamiento individual al que nos ha conducido el capitalismo y la impotencia que nos generan las situaciones actuales, son algo de lo que el hombre común no tiene conciencia. Para el, afrontar este hecho es demasiado aterrador y, tanto el sistema como el individuo tapan la rutina diaria con actividades, con la seguridad y la aprobación que hallan en sus relaciones privadas y sociales, el éxito en los negocios o cualquier otra forma de distracción.»
«Pero silbar en la oscuridad no trae la luz. La soledad, el miedo y el azoramiento quedan; la gente no puede seguir soportándolos y, esto es clave, las principales formas de evasión en nuestra época (y también en la nuestra) está representadas por la sumisión a un «líder», tal como ya ocurrió a principios del siglo XX en los países fascistas, además del conformismo compulsivo automático que prevalece en nuestras democracias.«
«En nuestro esfuerzo por escapar de la soledad y la impotencia, nos disponemos a despojarnos de nuestro yo individual, ya sea por medio de la sumisión a nuevas formas de autoridad o por una forma de conformismo compulsivo con respecto a las normas sociales imperantes.»
La lucha es complicada y Fromm nos ofrece su reflexión respecto al tema. Una reflexión que nos hace entender la alta abstención de voto de estas elecciones y de muchas otras:
«Para los que siguen defendiéndose, especialmente para gran parte de la clase media, la lucha asume un carácter de una batalla tan desigual que el sentimiento de confianza en la iniciativa y el coraje personales es reemplazado por el de impotencia y desesperación.«
Y añade que:
«El «embotamiento» al que se ha sometido a los votantes ha ido en incremento en el tiempo. En un inicio, los métodos como las asambleas populares daban un significado real al individuo: En los primeros tiempos de la democracia existían varios medios por los cuales el individuo podía participar concreta y activamente con su voto en la elección de algún candidato o en la adopción de determinas decisiones».
Con el tiempo y a través de los métodos de propaganda política y comercial, el individuo ha ido aumentando su sentimiento de insignificancia.
«La repetición de slogans y la exaltación de factores que nada tienen que ver con las cuestiones discutidas, inutilizan sus capacidades críticas. En la propaganda política, el llamamiento claramente formulado y de tipo racional, constituye más bien la excepción a la regla. Obligadoa enfrentarse con el poder y la magnitud de los partidos, tal como se le aparecen a través de su propaganda, el votante no puede dejar de sentirse pequeño y poco importante».
Después hay esa parte de la población que vota y muchas veces parece que vote en contra de sus intereses de clase o personales. ¿Cómo puede ser que en pleno siglo XX y con la información y el conocimiento que corren por las redes, el individuo no se percate de las injusticias y la realidad y haga algo al respecto?. Fromm también tiene una teoría para ello y es que:
«La propaganda política y comercial no insiste abiertamente sobre la carencia de significado del individuo. Por el contrario, una y otra lo adulan al hacerle creer que es importante y fingiendo dirigirse a su juicio crítico, a su capacidad de discriminación. Esta ficción constituye esencialmente un método para apagar las sospechas del individuo y ayudarlo a engañarse a sí mismo acerca del carácter autónomo de su decisión.»
Para acabar, me gustaría hacer un breve resumen de los distintos mecanismos de evasión que Fromm desarrolla en el capítulo 5 de su obra:
- El autoritarismo: La tendencia a abandonar la independencia del yo individual propio, para fundirse con algo, o alguien, exterior a uno mismo, a fin de adquirir la fuerza de que el yo individual carece.
- La destructividad: es una forma de huir de un insoportable sentimiento de impotencia, angustia y frustración de la vida y se dirige a eliminar todos aquellos objetos con los que el individuo debe compararse. No es un impulso experimentado de manera consciente, sino que es racionalizado de distintas maneras.
- La conformidad automática: A través de un retraimiento del mundo exterior, realizado de un modo tan completo que se elimine la amenaza. Es la solución adoptada por la mayoría de os individuos normales de la sociedad moderna. El individuo deja de ser él mismo y adopta por completo el tipo de personalidad que le proporcionan las pautas culturales, y por lo tanto se transforma en un ser exactamente igual a todo el mundo y tal como los demás esperan que él sea.
Otros capítulos del libro que me gustaría analizar más adelante y compartir con vosotros son:
- Capítulo 6: La psicología del nazismo.
- Capítulo 7: Libertad y democracia.
Conclusiones
No creo que deba ni pueda añadir nada a lo ya expuesto. Acoger el auge del autoritarismo y los extremismos desde una perspectiva psicológica nos puede ofrece la oportunidad de incorporar nuevas herramientas a la hora de combatirlo activamente y desde sus raíces.
Debemos hacer una reflexión firme sobre el sistema en el que vivimos. El capitalismo parece haberse posicionado como el mejor caldo de cultivo para las ideologías extremistas, ofreciéndoles las mejores grietas en la moral y el carácter del individuo para poder implantar y hacer crecer en ellas sus peores monstruos.
El fascismo ha vuelto, eso ya es innegable. Las razones pueden ser muchas: el sistema lo ha blanqueado hasta hacerlo aceptable, la izquierda política no ha sido lo suficiente contundente en su resistencia, el sistema educativo no ha hecho nada por concienciar las nuevas generaciones, etc. El caso es que vuelve con fuerza y debemos abandonar la burda esperanza de que el mismo sistema que lo ha hecho renacer sea el que acabe con él.
La lucha estará en las calles; en forma de organización popular y en la educación por la resistencia y la revolución. Hace falta organizarse ¡YA! contra un enemigo común que avanza brutalmente por todo occidente. Para derrotarlo, pues será derrotado. ¿Qué otra posibilidad nos queda? Y una vez ocurra; aprendamos. Y con el mismo espíritu de lucha que nutrirá a la resistencia, construyamos los mecanismos para que, una vez caiga el fascismo, este quede bien enterrado bajo tierra.