Descubre «El MIEDO a la LIBERTAD» por Erich Fromm

Introducción

«El miedo a la libertad» es una obra escrita por el psicólogo piscoanalista/social estadounidense Erich Fromm en el año 1941. De ser un autor absolutamente desconocido para mí, este libro ha pasado a formar parte indispensable de mi biblioteca. Resaltándola como una de las lecturas a la que voy a recurrir reiteradamente a lo largo de mi vida.

Muchos me preguntaréis:

Pero oye, ¿Qué puede ofrecernos un libro como este que podamos aplicar a la educación y a la pedagogía? ¿No crees que es demasiado complejo y se sale completamente de aquello que enseñamos en nuestro día a día en el aula?. Yo no soy profesor de filo…

En mi opinión, ¡MUCHO!. Siempre teniendo en cuenta nuestros intereses y lo que nos interese seleccionar de todo el basto conocimiento que nos ofrece el autor y analizando la transferencia que queremos darle al contexto de cada uno.

La verdad es que para mí fue un descubrimiento sorprendente. El interés que me despertó el manuscrito fue mucho mayor del que esperaba cuando lo abrí por primera vez hará unas 3 semanas. A medida que avanzaba en su lectura, abriéndome paso a través de un estilo ameno e interesante, el texto resonaba cada vez con mas fuerza con mis intereses, necesidades y mis ideales educativos y pedagógicos.

Una vez acabado el libro, he decidido guardarlo en un lugar accesible, sabiendo que es una obra a la que echaré mano siempre que pueda. A partir de ahora, lo deposito en mi caja de herramientas, todo marcado y subrayado, como un potente instrumento de reflexión personal sobre el propósito, el sentido, la individualidad y la libertad. Aprendizajes que pueden ser útiles para nosotros, pero también para nuestros alumnos y alumnas.

¿Cómo llegó Fromm a mi vida?

Es sorprendente, pero la primera vez que oí el apellido de «Fromm» fue hace unos 4 meses. Viajaba en el metro, de vuelta del trabajo. Iba con mis auriculares a todo volumen. Había sido un de esos días intensos y estaba agotado. Mi cerebro no carburaba adecuadamente y regresaba a casa con el piloto automático en «ON».

Durante mi viaje, sonó cierta canción. El rapero cantaba un hip hop politizado, crítico y agresivo sobre una base que tímidamente impulsaba energía a través de mi cuerpo. Entre sus versos, llegó uno en especial, uno que decía mas o menos así: «perdona que aún no responda pero sigo descompuesto después de leer a Fromm»…. No recuerdo que decía exactamente el verso, pero me transmitió el modo en el que las ideas del autor estadounidense habían cambiado su forma de entender o enfocar algo muy profundo y de como, a través de esas letras, el cantante trataba de reconstruir sus pensamientos de nuevo.

No recuerdo sentirme muy atraído por la canción, tampoco por el tema ni la lírica utilizada. Tengo que admitir que tampoco me removió demasiado el trasfondo político o social que criticaba, pero recuerdo que en ese momento, en el instante que duró esa frase, ese verso. El nombre, ¡Fromm! quedó ahí, grabado en mi subconsciente esperando el momento para poder volver a resurgir un tiempo más adelante.

Fue al cabo de unos meses cuando el autor empezó a aparecérseme con más asiduidad en mi día a día: en búsquedas de google que me interesaban, en alguna conversación, o citado y mencionado en obras de otros autores que leía con avaricia.

Siempre era; que si Fromm esto, que si Fromm lo otro. Hasta que un día no tuve mas remedio que saciar mi curiosidad. Lo busqué, lo adquirí, lo leí, me deje revolver por él, lo volví a leer por fragmentos con más atención y me acabo dando respuestas que me ayudan hoy en día, y que creo que también pueden ayudar a otr@s. ¡Así que aquí estamos!

Momento de oscuridad

Este libro llegó en un momento de mi vida en el que experimentaba una leve crisis de identidad. Estaba de nuevo inmerso en la búsqueda de aquello que le diera un auténtico y robusto sentido a mi vida. Salía de una intervención quirúrgica y estaba físicamente vulnerable. Mi cuerpo, un refugio que había explotado hasta entonces, me había sido arrebatado de nuevo.

De la mano, tenía a las espaldas una dura temporada de haber trabajado mucho y muchas horas en trabajos que no me acababan de llenar. Al mismo tiempo no dejaba de consumir una gran cantidad de información nueva que llevaba a cuestionarme todo en lo que había creído con anterioridad: personalmente, socialmente, espiritualmente y políticamente. Volvía a cuestionarme quién era yo, cómo me relacionaba con el mundo a través de mis actos y que sentido tenia todo aquello.

Traté de tomar un papel activo en esta búsqueda. Los primeros intentos fueron horribles. Las reflexiones y los escritos iniciales en mi diario fueron funestos y la búsqueda en fuentes externas a mí mismo tampoco dieron demasiada luz. Nada parecía encajar. Nada acababa de engranar con nada. La respuesta se escabullía entre pensamientos complejos y difusos sin conseguir vislumbrar mínimamente una respuesta. Mientras tanto, me dejaba abrazar por la ansiedad durante las noches y los momentos de silencio.

Por si fuera poco, algunas de mis relaciones no me aportaban lo que creía necesitar y no encontraba el sentido de tenerlas o alimentarlas. Al mismo tiempo había varias cosas que tenía marcadas en mi agenda. Cosas para mí importantes y que quería hacer desde hacía tiempo, pero que no ayudaba que por mucho que trabajara sin descanso y viviese en la estoicidad casi total siguiera en la pobreza absoluta; ahogado por el alquiler y los gastos de mis estudios. ¡Todo mal!

– Revolution and Ideology (YTB) –

Para acabar de rematarlo, en una de mis numerosas búsquedas en la red cayo en mis manos «El mito de Sísifo» de Albert Camus y con él, sus teorías sobre el «absurdismo». Una corriente filosófica que tacha la existencia humana de absurda ya que busca dar un sentido al universo que nunca será alcanzable. Por esa razón la vida no tiene un propósito y es absurda de ser vivida.

Las lecturas y los aprendizajes que hice de este autor fue un duro golpe que me dejó al borde del K.O. y casi fuera de combate. Pero no estaba por la labor de abandonar. Aunque encontrar el sentido exacto de mi existencia era algo que se me resistía con fuerza, en mi interior algo se removía haciéndome saber que estaba en el camino correcto. Al poco tiempo me recompuse con las fuerzas que me quedaban y decidido, seguí buscando aquellos aprendizajes que me llevaran a buen puerto.

Viendo algo de luz

¡Entonces llegó Fromm!

Después de las lecturas de Freire (las cuales me gustaría compartir algún día con vosotros) y otros autores de ideología Anarquista y después de leer el título del libro, abordé a Fromm con un pensamiento predominante: si he construido la libertad como algo positivo, noble y que uno debe querer alcanzar para él mismo y los demás. Entonces ¿Porqué alguien debería tenerle miedo?. Esa pregunta hizo que me volcara con el libro sin pensarlo y antes de encontrar respuestas que aplicar a la enseñanza, encontré respuestas para mí.

En los primeros capítulos de la obra encontré tres fragmentos. De aquellos que te revuelven mientras los lees, de los que esperas con emoción juvenil la siguiente línea, pero que después quieres releer varias veces para asegurarte que no te dejas jugo por exprimir. Par mi que importante encontrarlo, pero hoy doy otro paso igual o más importante; COMPARTIRLOS. Porque si en ese momento me ayudaron a mí, puede que le ayuden a alguien más.

Fragmento 1

– Erich Fromm –

«El sentido de pertenencia es una necesidad compulsiva, una autoconciencia subjetiva. Tener conciencia de sí mismo como de algo distinto a la naturaleza y a los demás individuos. Al tener conciencia de la muerte, la enfermedad y la vejez, el individuo debe sentir necesariamente si insignificancia y pequeñez en comparación con el universo y con todo lo demás que no sean «él».

Ahí me encontraba yo. Pequeño e insignificante. Consciente de la muerte y del paso del tiempo a mis 30 y largos años. Sin haber conseguido nada que pudiera ser considerado para mí como realmente relevante, enfermo (pues me acababan de operar) y con toda una ingente cantidad de información que se contradecía y que no me ofrecía ninguna verdad sólida y que me ponía frente a un universo que se me hacia demasiado grande y me daba cierto vértigo.

Al leer este fragmento mi subconsciente solo exigía una cosa, una respuesta o al menos algo a lo que poder agarrarme para luego poder construir a partir de ahí. Fromm me había hecho un retrato rápido en pocas líneas, dejándome con la mente temblando y yo (masoquista de mí) quería más.

La plegaria no se hizo esperar demasiado y llego en forma de 2 fragmentos más…

Fragmento 2

«A menos que el individuo pertenezca a algo, a menos que su vida posea algún significado y dirección, se sentirá como una partícula de polvo y se verá aplastado por la insignificancia de su individualidad. No será capaz de relacionarse con algún sistema que proporcione significado y dirección a su vida, estará henchido de duda y ésta con el tiempo, llegará a paralizar su capacidad de obrar. Es decir, su vida.»

– Erich fromm –

Camus me lo había puesto difícil, mi vida rutinaria, cíclica y estancada también. Los cambios en mis ideales y la fragilidad de los principios por los que transitaba, me mantenían en un estado de duda constante sobre hacia dónde debía ir mi vida, en que ideas debía creer para poder vaciar mi alma en ellas, en que entornos y, los mas importante, con que propósito final.

Era un momento de mi vida en el que quería seguir reivindicando mi libertad, construyendo un poco mas mi individualidad e independencia, pero al mismo tiempo eso no me ayudaba a encajar en ningún lado. Me sentía andando en muchos sentidos, pero sin ir a ningún lado realmente. Llego un momento, como dice Fromm, que se paralizo mi capacidad de obrar y, acostumbrado como estoy al modelo capitalista y a su manía por tener que estar siempre produciendo, se me vino el mundo un poco encima.

En ese momento mi mente necesitaba una consigna. Ya tenía la teoría. Había entendido el concepto. Aunque estoy en contra de eslóganes y pensamientos simplificados, me daba igual. ¡Necesitaba esa consigna! y necesitaba una que fuera ¡sencilla!. Necesitaba una información que fuera fácil de meterme en la boca, aunque luego costara algo más masticarla o digerirla. Fromm no decepcionó, y antes de acabar esos mismos capítulos, me lanzo su flotador dialéctico quitándome un peso del pecho…

Fragmento 3. Una de esas frases que te gusta tener cerca

«Hay tan solo una solución creadora posible que pueda fundamentar las relaciones entre el hombre individualizado y el mundo: su solidaridad activa con los hombres y su actividad, trabajo y amor espontáneos capaces de volverlo a unir con el mundo, salvando su carácter de individuo libre e independiente»

– erich fromm

¡Ahhh! Por fin, alivio. ¡Un esquema claro al que acogerme! Entendí la espontaneidad como la expresión, en forma de acto, de una libertad adquirida a partir de una individualización sembrada en la reflexión constante. El acto debía ser solidario con y para los demás, con lo que requería de la comunidad y debía, al mismo tiempo, preservar por encima de todo la individualidad última, como forma máxima de expresión de nuestra libertad.

Fromm había abierto la puerta que se debía abrir, de una patada y dejando pasar la corriente y sin yo verlo venir. Después de casi un mes y medio bloqueado y revolviéndome en la ansiedad, encontré en el autor el estímulo que me permitió romper con mi estado de parálisis.

Era momento para coger los aprendizajes adquiridos y utilizarlos para construir un sentido que tubiera la suficiente fuerza pero siempre abierto a la reformulación. Trabajando y desarrollando la individualidad sin descanso, pero teniendo muy presente que ésta solo cobra sentido en la interacción constructiva con los demás. Le daré muchas vueltas más a estas ideas, estoy seguro, pero todo viaje comienza con un único paso.

Conclusiones y continuación

Con este proceso y tan solo con los dos primera capítulos de su libro, Fromm ya me había enganchado a mí y seguramente a casi cualquiera de las que nos haya tocado vivir en estos tiempos presentes tan inciertos.

Fue fácil encontrar la motivación para leer los siguientes capítulos y teorías de las que me encantaría escribiros más adelante. Sería un sinsentido hablar de todo el libro, pues se convertiría en una tarea demasiado extensa y compleja. Así que creo que lo más acertado será seleccionar aquellos apartados y contenidos que me han llamado más la atención y que considero que pueden ser más útiles, y presentarlos de la forma más amena posible.

Guardo estos fragmentos, escritos en un rincón de la libreta que siempre llevo conmigo y a los que volveré cuando necesite corregir de nuevo el timón. Sé que es un proceso que justo acaba de empezar y que muy posiblemente no finalice jamás, pero aquí estamos con un cierto sentido, caminando el camino.

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